viernes, 11 de marzo de 2011

Eso es todo, amigos?

El tsunami se había anunciado para las 4 pm en estas costas. El señor Sambüich se empecinó en subir por un camino desde el que se ve la costa para verlo llegar. Morbo...
Todo lo que vimos, finalmente, fue una hermosa puesta de sol en un mar que, si me decían que era un lago, lo creía. No sé si esto será todo, pero, en el horario programado para la catástrofe, esos fueron los acontecimientos que esta cronista pudo observar: ninguno.
Dado el tsunami frustrado, seguiremos explorando las costas del Pacífico, confiados en que por algo le habrán puesto ese nombre, y en que el mío tiene que ofrecerme alguna protección especial en mi elemento...
Madre mía: no se me preocupe tanto, si le contara que hice canopy (entiéndase "tirolesa") a 200 metros de altura en el bosque nuboso (entiéndase selva) de Monte Verde, antes de venirme a la costa, no se asustaría más? Y si le dijera que al final del tour de canopy hice el "tarsan swing", un salto al vacío agarrado de una soga agarrada a un arnés agarrado a la cintura?
Hay video! Una pena enorme que olvidáramos el cablecito para bajar de la cámara a la compu.
Esta cronista se va a bañar y a hacer la valija antes de comer porque mañana parte a nuevos rumbos y aventuras.
Hasta el próximo boletín.

Cuando pase el temblor

Ante varios mensajes que recibimos esta mañana instándonos a dejar la costa del Pacífico, este es el reporte del día: si el tsunami llega acá, dadas las circunstancias (i.e: estamos en plena costa del Pacífico), nos conviene quedarnos donde estamos, en Manuel Antonio, que está a cierta altura, porque la villa (si se le puede decir así a una hilera de hoteles y restaurantes) se asienta en la ladera de un monte. Para ir a cualquier otro lado (i.e: huir) deberíamos bajar a Quepos, una pequeña ciudad portuaria (de donde realmente provienen los ticos que trabajan en Manuel Antonio) en la base del monte, y seguir la ruta costera: no parece exactamente un plan estratégico si de lo que escapamos es de alguna que otra olita gigante. En resumidas cuentas, decidimos quedarnos aquí hoy y no bajar al mar ni a Quepos (de cualquier forma lo teníamos en mente desde ayer, después de ver que el protector solar perdió un par de batallas contra el sol en los hombros y la cara). Será un día de libros y piletas del hotel, que tiene tres, y las queremos probar. Mañana, si no sigue el alerta, partiremos a algún lugar en la costa caribeña. Teníamos ganas de ir a Bocas del Toro, en Panamá, pero son muchísimas horas de viaje y no sabemos cómo llegar. Una opción es ir primero a puerto Limón, un pueblito caribeño de Costa Rica, y de ahí bajar. Veremos.
En fin, hoy fue una mañana de malas noticias. Además del terremoto de 9 grados, del tsunami y del incendio de la planta nuclear en Japón (algo más? una lluvia de meteoritos no quedó para mandarles? santa mala leche, Batman!), me enteré de la muerte de David Viñas. Los letrinos argentos poco a poco nos vamos quedando sin viejos locos, provocativos y simpáticos. Y bigotudos. Lo lamento de verdad.

Besos y pura vida!

sábado, 13 de marzo de 2010

El que se fue a Sevilla...


Vio esta maravilla. Y bueno, también a mis hermanos... (Va con onda, entrañables animalitos de Dios).

Paris je t'aime...

El muro de los "te quiero" en Montmartre.


Para sordos amores heavy metal.

A propósito del amor, me gustó la sencillez de esta reflexión de Mata:

"Me desperté con esta sospecha: amar también es una decisión. No sé si uno puede elegir de quién enamorarse pero sí está en uno permitir que ese amor suceda o no. Algo así como que la semilla se siembra y hasta puede germinar sola, sacar brote y crecer pero hay que decidir si regar la plantita o pisotearla, cuidarla o dejarla morir. O arrancarla de cuajo."
Pueden encontrar más en su vivero: sentarelculo.blogspot.com

Sólo era cuestión de aprender jardinería...

miércoles, 27 de enero de 2010

Algunas fotos de Madrid





Andando por la Gran Vía.

La Cibeles.

"Ladran, Sancho, señal que cabalgamos."

Las chichis en Plaza Mayor.

Los gallegos majaretas esperan a los reyes magos con pelucas de colores.

Paso por Granada

Las casualidades existen o el destino está escrito. ¿Sabía ud. que el 6 de enero, día de los reyes magos, es precisamente el día en que los reyes católicos entraron triunfantes a la rendida ciudad de Granada? Nosotros, los reyes de la aceituna andaluza, llegamos a Granada el 6 de enero de 2010. Flor de epifanía.

En el palacio de Carlos V preparándose para la función: sordo, ciego, mudo.


Show must go on.


¿Y ahora para dónde vamos? ¡Para allá!

Agua va!! Estos árabes la tenían re clarinete con el manejo del agua y los jardines. Paseando por el Generalife (not to be pronounced: yeneralaif)

El campanario del alcázar.

En el alcázar (fortaleza). Vista del campamento de la soldadesca.

En los jardines de la sultana... y la mengana.

Una alberca en la Alhambra.

Vista de la ciudad de Granada desde una ventanita de la Alhambra.

Ah! Nieva en Granada. JJJJoder. Qué lindo, chiquilla! (no así mi cara de salame irredenta. Poco importa. Mala suerte en la fotogenia, buena suerte en los viajes. Algo por el estilo)


En el Sacromonte, viendo nevar sobre la Alhambra y sobre nuestros hombros. Oh, cuánta h, che. (de espaldas siempre salgo mejor)

27 de enero de 2010- No está bueno Buenos Aires

Llegué. El 25. Hasta ahora no hice mucho más que llenar el tambor del lavarropas, poner jabón en polvo o jabón líquido, suavizante, seleccionar programas para ropa delicada o lana, esperar, sacar la ropa, colgarla y volver a empezar el ciclo del lavado. Todavía quedan dos tandas de ropa, y decidí que lo que tardaran en lavarse es el tiempo que me concederé para asimilar el regreso. Ya van dos días, es hora. De modo que, cuando termine de colgar la ropa, me pondré al día con los llamados, los mails, armaré un plan para la noche y esas cosas que hace la gente normal que no pierde tiempo en preguntas inútiles. La primera de esas preguntas es para qué estar en Buenos Aires con este calor insoportable. Será que mi predilección por cambiar los "por qué" por "para qué" se arraigó tanto que la pregunta se me hace automática, y la respuesta, desde luego, decepcionante: para morirse de calor, qué más. No tengo pensado retomar el trabajo hasta el 1ero de febrero, así que estar acá estos últimos días de enero no parece tener finalidad alguna. Muero de ganas de irme a algún lado con verde y agua, pero lo veo difícil. Por sobre todas las cosas, caro. Sé que no tengo derecho alguno a quejarme después de un largo, completo y fabulosísimo mes de viaje, por si alguien que lee estas líneas y no se fue de vacaciones está planeando saltarme al cuello en alguna foto donde lo exhiba (gracias al frío invierno europeo, no debe de haber muchas). Antes de que me vampiricen, aclaro: no me quejo, sólo reivindico mi libertad de expresión. Sabemos que "you can't always get what you want", pero se supone que sí podés decirlo. We are in America, men.
Otra cosa que busqué responderme con desesperación las dos últimas mañanas fue: ¿En qué país estoy? La pregunta surge antes de abrir los ojos, como algo que es imperioso saber antes de que se despeguen los párpados, para no despertar en el vacío. Taquicardia y, por unos segundos, sensación de estar completamente perdida. Son los segundos previos a abrir los ojos y los segundos siguientes a animarme a mirar alrededor y no encontrar más que paredes blancas, internacionales, ubicuas. Ahora entiendo por qué se habla de "color local" como lo que define un espacio en relación con su cultura.
Esperaba que me pasara algo así en Europa, porque llegué a cambiar de ciudad, país e idioma cada 5 días, y hubiese sido esperable vivir en estado de confusión. Sin embargo, no me pasó nunca. Sí tuve varios lapsus con los idiomas. Apenas llegamos a España, después de casi 15 días en París, Ana y yo les decíamos bonjour o pardon a los españoles que, tras comprobar que éramos argentinas, debían de pensar que nos estábamos haciendo las vivas, que éramos un par de snob, o de idiotas. Pero nunca dudé de dónde me estaba despertando. Vanesa, en cambio, me contó que casi me aplasta la cabeza (yo dormía en el piso) el segundo día que estuvo en Barcelona después de su viaje por Israel. Saltó de la cama y fue corriendo al living en estado de pánico porque creyó que había perdido al grupo.
De cualquier manera, empiezo a sospechar que yo realmente quedé suspendida en el espacio. Ayer encontré mi boarding pass París-Madrid en la billetera: está sospechosa, extrañamente intacto. Fue un hallazgo escalofriante. Se me ocurren dos cosas al respecto: 1) que AirEuropa sigue buscando a la pasajera que figura en la lista del check-in pero cuyo boarding pass no aparece con los de los demás pasajeros que subieron al avión, o 2) que yo jamás me haya ido de París. Ambas posibilidades me parecen perfectamente posibles, y la última, la más probable. Si un árbol cayó sin que hubiese testigos, ¿hizo ruido al golpear el piso?; si una persona tiene un boarding-pass intacto, ¿subió al avión? Yo digo que no. ¿Acaso es más lógico pensar que yo pasé los controles sin presentar mi boarding pass, sin que nadie me lo pidiera porque mi derroche de simpatía les hizo creer que era una molestia innecesaria hacerme sacar el cartoncito para algo tan superfluo como controlar que los pasajeros que hicieron el check-in fuesen los mismos que subían al avión? Dejame de joder. Esas cosas no pasan. De seguro en este momento duermo en el canapé de los chicos y el calor de Buenos Aires es una pesadilla que en segundos me interrumpirá el sueño en París.

Dejo una pequeña selección de fotos de Madrid y Granada. Sevilla sigue pendiente.